miércoles, 13 de octubre de 2010

EL PRECIO DE LA FELICIDAD

2 AM. Ni un ruido en el aire. Abro la puerta con el mas cuidadoso silencio, a partir de ahora camino con mucha lentitud para evitar sonido alguno. Desde el primer puesto de vigilancia oigo ronquidos de los 1ros guardias que me indican que es el momento justo para seguir. Doy un paso y ... - Aaaachu!! - estornuda uno de los guardias y yo detengo mi marcha. Trato de hacer fuerza para un oir un poco mas.

- Mira como estas, ¿Por que no vas a tomar una pastilla de esas que te recetaron?, en el baño estan - dijo una voz suave de mujer.
- Ahi voy - replico una voz mas gruesa y masculina.

Y de pronto oigo unos pasos que me hicieron retroceder a mi posicion original, donde sabia que no me podian ver. Espere 15 min a que las cosas se calmaran y volvi a salir por la puerta, esta vez los ronquidos eran mas fuertes que antes, lo que me hizo suponer un sueño mas profundo. Pasado el pasillo, me encontraba en la 2da sala, donde me encontraba una resistencia mucho mayor: el perro duerme placenteramente sobre su cojin, es de raza Bulldog y tiene un collar que dice MATADOR, ( en pocos cuentos he escuchado de bestias peores que esta, y la mayoria de ellas eran inventadas ), pero como todo enemigo feroz, tiene una debilidad: la comida. Habia conseguido en una tienda de animales un poco de carne fresca y sabia que al minimo signo de ataque del canino, esa era mi as en la manga. Segui sigiloso por toda la sala, sin que el animal se diera cuenta y pase el umbral para llegar a mi objetivo, el tan ansiado tesoro.

El cofre estaba ubicado en lo mas alto de la estanteria, pero nada me iba a impedir que logre conseguir lo que hace rato andaba buscando y tantas horas habia planeado. Coloque una silla lo mas silenciosamente posible pegada a la mesada, me subi a la silla y luego a la mesada, y me encontre con un inconveniente no planeado, una araña empezaba a recorrer mi hombro muy lentamente, contuve la respiracion y tratando de pensar sólo en lo que me habia propuesto (y sin pensar ni un segundo en mi miedo declarado a la familia de aracnidos) y comenze a tantear con la mano que tenia "liberada" algo para acabar con ella. Agarre una espátula de plastico y efectue un golpe veloz hacia mi hombro derecho, di con el animal tan fuerte que lo acabe de una, y tambien senti un pequeño pero soportable dolor en la zona golpeada.

Una vez resuelto el problema, segui con mi mision. Estire la mano ilesa hacia la zona donde estaba el cofre, lo agarre y lo baje hacia mi posicion sosteniendolo con las dos manos. Luego baje de la silla y una vez que puse pies en suelo firme me dispuse a abrir el cofre. Gire la tapa con mucha fuerza y cuidado de no hacer ruido, y cuando abri... ahi estaba, en forma de monedas, eso que me era tan prohibido... lo habia conseguido, me guarde el botin en el bolsillo y emprendi el camino de vuelta.

Pase por la habitacion del perro, y le deje la comida en muestra de agradecimiento por no haber alarmado, paso por el pasillo donde se escuchaban los ronquidos (que seguian sonando fuertemente) y al cerrar la puerta mi cara desplego una sonrisa enorme producto de la mision cumplida exitosamente. Saque el tesoro de mi bolsillo, me sente en mi cama y vi una nota puesta sobre mi almohada:

Querido Juan,

Se lo que hiciste, y me vas a pagar por cada galletita que seguramente te estas comiendo ahora, a menos que quieras que le cuente a Mamá y Papá.

Besitos! Ana, Tu hermana Mayor :)


El precio que debo pagar por la felicidad. Por que la verdad que estas galletitas... ¡Estan RIQUISIMAS!

jueves, 7 de octubre de 2010

De mi encuentro con el vikingo.

- Conmigo pasarias una noche inolvidable - le dije, y fue mi fin.

Lo poco que recuerdo es un ver una horda de vikingos (o lo que yo imagino que serian un grupo de estos guerreros en nuestros tiempos actuales) girar al mismo tiempo sus cabezas hacia mi, cambiar sus miradas de festejo y jolgorio, por unas desafiantes y agresivas, que a no ser por la cantidad de tragos de colores y sabores que habia tomado esa noche y el estado en el cual me encontraba, me hubieran permitido correr. Pero no... inmovil, ubicando en el mejor (y peor a la vez) lugar para ver la escena que seguiria y puedo, increiblemente, detallar a continuacion:

El grupo gritaba cosas inaudibles por mi odio, a causa de la musica fuerte y de mi estado, la chica se tapaba los ojos por que sabia o intuia lo que pasaria, hasta que uno alzo la voz, y al grito de: - ¡QUE HACES HIJO DE P"/&%·! - se coloco enfrente mio, cara a cara. Era el mas grande de ellos, de una gran contextura fisica (entendible luego de enterarme despues de que los vikingos era un grupo de jugadores de rugby que acababan de salir campeones) y acto siguiente elevaba en un veloz movimiento su brazo derecho, al mismo tiempo que cerraba su puño, y dirigia su brazo tatuado con con calaveras y serpientes hacia mi persona, que increiblemente, seguia inmovil.

Lo intente parar con la cara, enfocando toda mi fuerza en la nariz para poder parar semejante demostracion de poder. Obviamente no pude.

A partir de ahi senti que habian apagado las luces del boliche, ya nadie me miraba, se habia ido la musica, el dolor... me habia desmayado, quizas producto del golpe, de la caida, o de los miles de intentos de mi cuerpo de protegerme (estando yo inconsiente, y en el piso) ante los ataques del grupo de rugbier, liderados por el vikingo, devenido en rugbier, devenido en ex pareja de la chica que le habia hablado.

Y digo ex, por que al despertarme en la sala de terapia intensiva del Hospital General San Martin, con heridas graves por donde se me mirase, fracturas, moretones, puntos, y demases, encontraba a mi lado a la joven del boliche. Mis unicas palabras al verla fueron:

- Viste que conmigo pasarias una noche inolvidable - le dije, y fue el inicio de algo hermoso con esa mujer. Hasta que un dia fui a un boliche y...